“solamente una cosa, si pensáis que quedaste en bancarrota no se lo digas a nadie, ¿Quién sabe lo que puede suceder de acá a una hora? lo único que hay que hacer es esperar un poquito más de tiempo; de seguro las cosas habrán de mejorar. Si -Hashem no lo quiera- ya le contaste a otra persona que estás en bancarrota, debéis saber que con esto te has alejado de tu propia salvación.
Señores míos: ¿saben una cosa?, nosotros todo el tiempo decimos “Baruj Hashem” (Bendito sea Dios). A veces uno piensa: quizás decimos esta frase con exagerada frecuencia. ¿Cuantos “Baruj Hashem” puede decir un judío por día?
A pesar de este argumento, vale la pena decir y repetir “Baruj Hashem” una y otra vez. Yo debo decirle al Kadósh Barúj Hú: “jamás quedaré en banca rota. Inclusive si en este momento no tengo nada, quién sabe ... quizás en una hora las cosas comiencen nuevamente a irme bien”.
Ahora les voy a contar un cuento: Un hombre simple, un leñador, se hallaba una vez cortando árboles en el bosque. De pronto, observó dentro del árbol que había un anillo. A pesar de no entender nada sobre oro y plata, hay algo que él sabía con seguridad : esto no es un fenómeno común. Este leñador regresó a su aldea con el anillo y entró en un negocio donde vendían joyas.
Preguntó cual era el costo de un anillo así y le dijeron que valía millones. El joyero le dijo que debía buscar la forma de llegar a Moscú, pues allí le tasarían el anillo y le dirían el valor exacto del anillo en millones”.
Una persona pobre que jamás degustó de un banquete, y que todo lo que comía a diario era similar a lo que comemos en visperas de Tishá Beav (una comida muy humilde) de pronto, de la noche a la mañana, se transforma en un multi-millonario Él no tenía ni siquiera una moneda en su bolsillo. Todo lo que tenía era su valioso anillo. De algún modo, se las ingenió para llegar a Moscú. A cada lugar que él llegaba mostraba su anillo.
¡¡DIOS mió, a una persona rica le dan las cosas gratuitamente!! ¿Ustedes saben cual es la diferencia entre un pobre y un rico?
El pobre debe pagar por todo lo que toma, el rico no paga. La gente siente vergüenza de pedirle dinero, pues eso está por debajo de su dignidad.
¿Quién se anima a ir a decirle a un rico que debe pagar?
El “pobre leñador” viaja como un ricachón hasta Moscú. Llega a Moscú y le dicen: “Escucha, en toda Rusia, no hay un persona suficientemente entendida en esto como para tasar tu anillo. Vos tenéis que viajar para Inglaterra”. De alguna forma se las ingenio para llegar al puerto de Danzig.
Por si no sabían, los barcos de Rusia a Inglaterra salían en aquel entonces del puerto de Danzig.
Él no tiene ni una sola moneda en su bolsillo, solamente su anillo. Se acerca el “pobre leñador” al dueño del barco y le muestra su anillo. El capitán le dice : una persona tan rica como usted debe hospedarse en un cuarto especial con sirvientes que le sirvan y le acompañen. De pronto, toda la tripulación le brindaba honores de realeza.
Cuando venía el mozo para servirle la comida, primero colocaba un mantel sobre la mesa, y luego Moishele colocaba su anillo sobre aquel mantel.
Todo el tiempo mientras comía, observaba con gran satisfacción a su preciado anillo. Entonces se decía a sí mismo: “Dios mío, Soberano del mundo, tengo algo para comer, vivo por fin como un hombre rico”.
Una vez estaba dormitando y llegó el mozo para retirar las cosas de la mesa. Tomó el mantel con sus migajas y lo sacudió por la ventana del camarote tirando todas las “miguitas” hacia el mar. Colocó otra vez el mantel sobre la mesa retirándose posteriormente del cuarto.
Dios mío, el “pobre hombre” mira el mantel y entiende que el anillo que estaba sobre el mantel, ahora se encuentra en las profundidades del océano. Lamentablemente, muchos judíos hubieran dicho “Dios mío, Soberano del mundo, ¿que voy a hacer sin el anillo?”.
Este señor en cambio no dijo nada. El sabía que si llegaba a decir una palabra acerca de lo que le había sucedido, inmediatamente lo iban a tirar al mar. Lo primero que decidió fue no decir nada. Cada vez que el capitán entraba en su habitación, se sentía sobrecogido por un gran temor. ¿Quizás él ya lo sabe? No, no, se decía a si mismo, no lo sabe.
Mientras tanto, llegaron a Londres. El día antes de llegar, entró el capitán al camarote del “ex-ricachón” y le dijo: “Escuche, debo contarle un secreto, bajo juramento que no se lo contará a nadie. Debe saber que soy un ladrón y que el barco esta repleto de cosas robadas por mí. Millones, millones y más millones.
No podre hacer entrar estas cosas a Inglaterra porque a mi ya me conocen. Si les dijese que mi nombre es “Yankele Ladrón”, entonces tomarían todo el barco y lo confiscarían, pues ellos saben de seguro que todo lo que hay aquí es robado.
Usted es suficientemente rico y no necesita de mi fortuna. Por favor, autoríceme a que ponga todo el barco y lo que hay en él a su nombre. Yo sé que usted es magnificamente rico y honesto y no me engañará.
Mañana a la noche me voy a hospedar en el hotel Hilton de Londres. Allí nos vamos a encontrar y usted me va a firmar que me devuelve el barco con todo lo que hay en él”.
¿Que podemos decir? El pobre hombre naturalmente que firmó. El capitán lo hizo firmar que todo el barco le pertenece a él. No tenía una moneda en el bolsillo pero en ese momento todo el barco le pertenecía legalmente. Aquella noche, durmió en un parque público. Al día siguiente daba vueltas alrededor del Hilton como un mendigo común y corriente.
¿Ustedes ya saben cual era su forma de encarar las cosas? El hombre entró a un restaurant que estaba al lado del Hilton para tomarse allí un café mientras esperaba. Tomo un vaso de café. Se pidió otro vaso, así que para seguir ganando tiempo se pidió otro vaso de café. Así se fue tomando un vaso tras otro, y el capitán no llegaba. Esperó y esperó, y siguió esperando. De pronto vino un señor perteneciente a la tripulación del barco y le contó la triste noticia que el capitán del barco se había muerto repentinamente la noche anterior.
De esta forma, se convirtió en el dueño “legítimo” de todo lo que había en el barco, transformandose en un instante en un poderoso multi-millonario. Este cuento es muy profundo, más profundo que el mar.
Rabí Najman explica: aquello que le correspondía a este hombre por decreto celestial, era en verdad el barco. El anillo era solamente el medio a través del cual dicha persona obtendría el barco. Si él le hubiera contado al capitán que se quedó en bancarrota, jamás en la vida el capitán le hubiera confiado su barco y jamás en la vida lo hubiera recibido.
Esta es sólo una historia, terrenal, para que puedan comprender que vuestras vidas pueden cambiar en el próximo segundo de vida y gozarla plenamente en el AMOR DIVINO E UNIVERSAL ....
Recuerden que hoy es jueves, y pronto será de noche, compartan esta historia de Mushkil Gusha, que es aquel que disipa todas vuestras dificultades en sus vidas, y si su corazón lo permite compartan una comida (dátiles) con sus amigos, familia y cuenten esta historia, y con ello estarán ayudando a Mushkil Gusha, disipando vuestras dificultades y las dificultades del mundo entero, y si pueden den algo a algún necesitado en este día, cualquiera sea su necesidad, además hoy es el día de San Juan y con mayor razón la MAGIA DIVINA EXISTE!!!
AMADOS TODOS ... BENDITOS TODOS ...
... en cada inspiración del Hálito Divino
Benditos Fuisteis...
Benditos Son...
Benditos Serán...
POR LA ETERNIDAD AMADOS MIOS....